Ser consecuente, ¿eso qué es?

ser consecuente
Tabla de Contenido
  1. Nada es inocuo, tras cada acción sucede algo
  2. Incluso respirar tiene un impacto
  3. La importancia de ser consecuente: un camino, no un peso

Nada es inocuo, tras cada acción sucede algo

La primera vez que escuché a alguien decir que “nada es irrelevante”, no le di demasiada importancia. De hecho, en lo profundo de mi ser, lo negué o preferí ignorarlo.

Tiempo después, esa misma persona volvió a mencionarlo en relación con las consecuencias de una decisión que tomé. De nuevo, me comporté como si no fuera algo que me concerniera: me hice la ciega y la sorda.

Han pasado muchos años desde entonces, y solo ahora comprendo algo tan obvio como que todo, absolutamente todo, genera consecuencias. Me ha tomado mucho tiempo llegar a esta claridad, pero finalmente lo entiendo.

Incluso respirar tiene un impacto

Desde respirar, comer o dormir hasta hablar, actuar, amar o simplemente decidir no actuar, comienzo a darme cuenta de que cada pequeño gesto tiene consecuencias. Nada permanece igual, ni siquiera ante la acción más insignificante.

Por ejemplo, al desenvolver un alimento y tirar el envoltorio, este no desaparece mágicamente. Pasa por un proceso, ya sea de reciclaje (si lo hemos depositado en el lugar adecuado) o de descomposición con el tiempo. Incluso si lo guardamos, el paso del tiempo lo transforma.

Con esto en mente, empiezo a reflexionar que cada acción que realizo, por pequeña que parezca, puede tener un impacto significativo a posteriori. Y no solo soy responsable de ello, sino que también experimento las consecuencias, ya sea de forma directa o indirecta, a corto, medio o largo plazo.

No es que haya tenido una epifanía repentina, pero al pensar en ello, se vuelve evidente que cada acción provoca una reacción: en nuestro entorno, en nuestro cuerpo, en nuestra mente o en nuestras emociones.


La importancia de ser consecuente: un camino, no un peso

De pronto, la idea de ser consecuente toma un nuevo significado. Ahora entiendo que ser consciente de las consecuencias de mis palabras, gestos, acciones e incluso pensamientos puede actuar como una especie de brújula en mi vida.

Cuando me detengo un instante a reflexionar sobre las posibles repercusiones de mis actos, pero sin obsesionarme, me doy cuenta de que mis decisiones se vuelven más acertadas y alineadas conmigo misma y con mi entorno. Mis acciones dejan de ser automáticas y se convierten en gestos conectados con la realidad.

Agradezco que estas reflexiones hayan llegado a mi vida, como una especie de señal que me guía. Quizás sean los años vividos o el encuentro conmigo misma a través de la meditación y la introspección, pero lo cierto es que me siento agradecida.

Gracias.

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